Alberto Moraleja de los Santos

Poesìa clàsica y contemporànea
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Poemas

¿Acaso no es la voz del sentimiento
la vida ahogada en el silencio?

Libro: El Carnaval
de las Almas

Publicado por Dexeo-Editores
a partir de Junio-2009
en librerìas y a travès de internet: www.biblionet.com

(fragmentos de) La Vida


En mi nacimiento
una estrella diò a luz
en este mundo donde la materia
de mi cuerpo me ciega,
completamente, la iluminaciòn.

Donde la mente
me manipula como el Diablo
que te alienade poder y de riqueza 
si adietando a mi alma
la mantengo superficial.

Y mi libre albedrìo
es un recreo que prolongo
en mi forma de obrar,
donde hay abuso veo comida
que alimenta una gula de superioridad.

Soy, en fin, un ser humano
que no sabe donde va,

Mi sueño

Las citas con mi sueño
siempre son a ciegas,
a una hora bajo las estrellas,
sonando la nostalgia en la velada,
pero la luna mengua...
Y vienes a mì al final
y me besas en la nocturnidad
y al alba me dejas...
otro dìa sin tu amor.

VII

¿Sabes -me dice la Muerte
bajo su filo,
tras vivir con pasiòn-,
que veràs en un instante
toda tu vida en una visiòn?

-Esa es mi propia suerte,
no hecho de menos
en ningùn acto mi honor,
termina sin pena
que hoy por fin te digo, adiòs.

XI

Yo soy la estatua a quien todos observan
como algo inerte, con fugaz y mera atenciòn,
que pasado el tiempo a travès de la naturaleza
envejece, màs no el aura del genio creador.

Yo soy la sombra que siempre a la vuelta
del sonriente, camina a un lado inferior,
del que mira de reojo la ondulante silueta
que crece, en el suelo al compàs del sol.

Yo soy el agua estancada que queda
en la fuente, la que siempre se rehusò,
que da valor y plenitud a la piedra
nutriente, sin que se incruste el moho.

Yo soy el dìa que siempre entre las estrellas
oscurece, y a la brillante contemplaciòn,
se ignora mi profundo contraste que enseña
a la gente, sobre la oscuridad la iluminaciòn.

Yo soy las gotas en los cristales que despiertan
al durmiente, evocando el frìo en el albor,
y por el vaho del rocìo vuestra piel en primavera
se resiente, cuando se abren los pètalos de la flor.

Yo soy la fruta podrida que del àrbol cuelga
y a la vista adolece, negando mi sabor,
que a los pàjaros que atraigo se alimentan,
y èstos embellecen, la recolecta con su canciòn.

Yo soy la palabra que sin ninguna fuerza
sale breve, mortecina por una reflexiòn,
dirigida a esa persona que su alma ciega
la tiene, y estima su talante sobre mi valor.

XV

Arde el fuego luciendo mi llaga,
fenece el tormentoso
veneno de la amargura,
la dolencia es solo una herida,
que no hay muerte sin vida.

Si tù me perdonas...

Si tù me perdonas...
si tus labios guardan silencio
para pedìrme un beso,
y hablar de amor.

Si esa làgrima
que resbala por tu rostro
cayera de mi llama
que enciende tus ojos.

Si tu mirada
brilla
porque las estrellas
son promesas
que iluminan mi voz.

Si tu cariño desvanece
en un abrazo
moribundo de pasiòn,
y me abrazas
para derramar mi fuego
entre las ascuas que te hieren,
resucitando tu calor.

Si es tu alma
quien esgrima
y atraviesa mi corazòn
luciendo el fin de mi dolor.

Si tù me perdonas,
cada mañana llegarà el alba
a mi figura dormida
que despertarà tu corazòn.